TÚNELES

Juan Fco. Marín | Relato | En una noche oscura y tormentosa, de cristaleras rotas y humedad en el cuerpo, Alberto se encontraba caminando por un oscuro túnel. Alberto, el casado leal y feliz; el divorciado quebradizo. Siempre con LAU removiendo su mente, atormentándolo. Alberto, aquel hombre atractivo y desdichado.

A medida que avanzaba, el miedo comenzó a apoderarse de él, ya que no veía ninguna salida a su alrededor. De repente, escuchó un susurro en la oscuridad, lo que le hizo acelerar el paso y aumentar su ansiedad.

Después de lo que pareció una eternidad, Alberto finalmente vio una luz al final del túnel. Con esperanza en su corazón, corrió hacia ella con todas sus fuerzas. Sin embargo, cuando estuvo a punto de alcanzarla, la luz se desvaneció repentinamente y se encontró de nuevo en la oscuridad más absoluta y desasosegante.

En ese momento, Alberto se dio cuenta de que estaba atrapado en una pesadilla sin fin. Intentó gritar pidiendo ayuda, pero su voz se perdió en el vacío del túnel. La desesperación lo invadió por completo.

Pero justo cuando pensaba que no había escapatoria, algo extraordinario sucedió. Una voz cálida, femenina  y reconfortante le susurró al oído: «Despierta, Alberto. Todo esto no es más que un sueño». Lentamente abrió los ojos y se encontró en su cama, semidesnudo  y solo, con el sudor frío empapando su frente.

Agradecido por haber despertado de esa terrible pesadilla, Alberto se sintió inundado de alegría y alivio. Sin embargo, la esperanza duró poco. Creyó percibir sombras chinescas en paredes y techo. Él no había despertado, no…

Fue LAU la que despertó de su sueño.