SALUD MENTAL EN ESPAÑA Y EL HOSPITAL NAVAL – J. L. Sánchez

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José Luis Sánchez | Opinión | Social | Ya no es un secreto a voces, sino un escándalo patente la deriva que la salud mental de nuestros jóvenes y adolescentes experimenta a raíz del paso de la pandemia de COVID-19 y el efecto de unas redes sociales desbocadas sin dueño ni control. Este cokctail, mezclado con que no estábamos preparados para esta epidemia silenciosa y hasta ahora silenciada, nos deja multitud de casos de jóvenes y adolescentes atentando contra sus vidas y sin medios suficientes para hacerle frente a estos dramas.

Y parece que en silencio nos aferramos a la única ley de la que disponemos cuando a padres y familiares nos toca sufrir un caso de estos en el núcleo familiar; la antiquísima “Ley de Herodes”: si te toca, te jodes.

Bien está que no hayamos sido capaces de esquivar el primer golpe, en toda pelea suele pasar, pero ni un golpe más, hay que abrir los ojos y pelear para ganar.

BUSCAR LA VERDAD

Hay datos disponibles para los que un día dijeron: “no os preocupéis que yo velaré por vuestros intereses y vuestras vidas” y saltaron al ring de la política.

Para un humilde ciudadano de a pie, conseguir estos datos resulta casi imposible, aunque sepa donde hay que buscarlos.

Por si la fortuna quiere que alguien con poder (ese poder que le hemos dado entre todos en las urnas) lea estas líneas, gustosamente le diré que los datos ha de buscarlos en las listas de espera de los hospitales psiquiátricos y plantas de Psiquiatría de los hospitales Generales de toda España, contabilizando los pacientes entre 16 y 20 años. Añádale a eso los de la lista de espera.

La edad no es un capricho. A los 16 años, en muchas comunidades autónomas los pacientes pasan a plantas de adultos, como le pasó a mi hija, y créame amigo lector, político, espero, no son agradables ni para ir de visita. Visita que paradójicamente está vetada a los menores de edad, pero no así su internamiento en estas plantas.

En cuanto a los 20 años del paciente, creo que puede marcar el fin de la adolescencia, Adolescencia que debiera considerarse como una etapa “compacta” de la vida de un ser humano y no fraccionarla con guarismos legales.

También, interesado político que lees estas reflexiones, debieras buscar en la cantidad de clínicas privadas especializadas en estos temas que proliferan en el país y en sus listas de espera. Y desgraciadamente, como último dato; el de las veces que no hemos llegado a tiempo y la “locura” que tratamos de reconocer para luchar contra ella, se ha cobrado una vida más.

Una vez tenga esos números, si le tiemblan las piernas, siéntese y respire hondo, ha llegado el tiempo de trabajar.

DE MINISTERIO A MINISTERIO Y NOS DEJAMOS DE MISTERIOS

Ahí va mi propuesta como afectado, español, mediterráneo y levantino. Puede que a un cantábrico del norte no le parezca bien, aunque no debiera pararse en esto y seguir el ejemplo para aquella zona.

La costa entre fronteras, entre La Junquera y La Línea recorre cinco comunidades autónomas: Cataluña, Comunitat valenciana, Región de Murcia, Andalucía y Baleares, en ellas viven algo más de la mitad de la población española y recibe el más alto porcentaje de los turistas que visitan España. En el centro de este perfil costero, a 593 kilómetros de la frontera con Portugal y 626 de la de Francia se encuentra un hospital abandonado, sin uso desde hace unos diez años y perteneciente al Ministerio de la Defensa. No parece muy complicado ceder unas instalaciones hospitalarias del Ministerio de la Defensa al Ministerio de Sanidad y acondicionarlo para paliar el déficit de camas psiquiátricas de media y larga estancia que colapsa los hospitales de España. Ese hospital es el antiguo Hospital Naval del Mediterráneo de Cartagena.

Puede parecer grande, pero si tenemos en cuenta que debiera depender exclusivamente del Ministerio, no de la Comunidad autónoma y que a sus amplias instalaciones se le podía agregar ese Centro Nacional de Parkinson en Cartagena aprobado en el congreso de los Diputados en 2003 y del que no se ha visto ni un ladrillo, además de una residencia temporal del personal y residencia de familiares para visitas de corta estancia que auto financiarían en parte el hospital.

Dado el número de pacientes que obtendríamos si investigamos nuestras necesidades, se podría quedar pequeño. Máxime, si en vez de estabilizar y mandar a casa a nuestra juventud enferma, nos proponemos curarla y ayudarla a enderezar el rumbo de sus vidas en esta sociedad cada vez más compleja y llena de cosas que nos complican la existencia.

El problema ahí está, el hospital ahí está ¿Y la voluntad política?

Mientras miramos por nosotros, aunque aún no nos haya cagado la moscarda. Salud y Felicidad desde Cartagena de Levante.

Foto Portada: Recogida de firmas contra el CETI en el hospital naval de Cartagena.