Creacionismo, Evolucionismo y Tal y Cual

Jesús de las Heras | Opinión | No hace muchas lunas alguien me preguntó que si yo era creacionista o evolucionista. Recuerdo que le contesté que no era de ninguno de los dos ismos, y él, con cara sorprendida, me dijo vehementemente que yo tenía que ser de uno u otro.

—¿Es que estamos hablando de fútbol? —le contesté, zumbonamente.

Pero mi amigo insistía: ¡o yo era creacionista, o evolucionista!

Es increíble la cantidad de gente que te exige que te mojes en asuntos que te importan un bledo, por no decir la malsonante rima asonante… Yo concluí diciéndole que me daba igual, porque consideraba que ambas doctrinas son erróneas: ni Dios creó el mundo en siete días, porque el séptimo según la Biblia no creó nada, sino que Él se dedicó al descanso, y el hombre no procede del mono, como se asegura tan dogmáticamente.

En realidad Charles Darwin dijo que el hombre procede del simio. Y no es lo mismo, no. De Darwin se cita mal hasta el nombre, por cierto: la w en español se pronuncia igual que la b de burro. Hay tanta invasión del inglés en nuestros conciudadanos, que decir «darbin» les da risa a los asnos ilustres que no saben inglés, pero que pretenden saberlo. Porque si lo supieran, sabrían que los ingleses no pronuncian «daruin», sino «dorin», aunque yo ignoro la causa, que seguramente la habrá por algún sitio tan recóndito que no me ha merecido la pena investigarlo. Parece que la teoría sustentada en su libro El origen de las especies no es solo suya, sino que también llegó a esa conclusión Alfred Russel Wallace. Ambos se basaron en la observación de los seres vivos, Wallace en Malasia y Australia, y Darwin en otros lugares. En cambio la fuente del creacionismo no puede ser más conclusiva: La Biblia dice que Dios creó el mundo en siete días, y ahí queda eso: el que no lo admita o es un infiel o un hereje.

Pero no caigamos en la falacia de pensar en que lo contrario de la religión (en este caso la cristiana) es la ciencia, y por lo tanto lo que niega esta es más verdad que lo que afirma aquella, pues a veces nos dicen que La ciencia ha concluido que esto, o aquello. Y yo me pregunto: ¿Quién demonios es la ciencia? Porque en el caso de la religión católica está claro: el catolicismo son el Papa y los bautizados. Lo que dice el primero es un axioma que no necesita probarse para los segundos. Y si no, no eres católico, hala. Pero el caso de la ciencia es más peliagudo, porque a lo largo de su historia ha cosechado muchos fracasos, como cuando distinguidos físicos aseguraban, aún en el siglo 19, que nada más pesado que el aire podía volar. Por suerte los hermanos Wright eran unos analfabetos en lo científico, y no gastaban su tiempo en leer esas cientifidades, e inventaron el avión, que tanto tiempo nos ahorra a la hora de ir de un sitio a otro, pandemias aparte. También hubo otros que en Alemania aseguraban por aquellas fechas que el cuerpo humano no está diseñado para soportar velocidades superiores a cien kilómetros por hora. Esta vez fueron los ingleses los herejes, pues consiguieron que una de aquellas vetustas máquinas de vapor —entonces el último grito en ingeniería— superaran esa barrera sin que se les muriera ningún pasajero. Bueno, y si ustedes han viajado en avión, seguramente habrán superado los mil por hora, o cerca de ello, sin darse cuenta, mientras se toman una copa o el almuerzo. Para que le hagan ustedes caso a la ciencia…

Ni la ciencia ni la diosa razón, que decían adorar los enciclopedistas franceses de una época felizmente superada, me merecen tanto respeto como para comulgar con sus ruedas de molino. Así que, pensando un poquito, di yo con otra solución al problema que me planteaba aquel matemático retirado para el que todo lo es el código binario, el del 0 (que no) o el 1 (que sí). Porque hay más cosas, como dice Shakesperare que dijo Horacio al principio de Hamlet, yo hace tiempo que aprendí a pasar de esos dualismos, del O conmigo o contra mí, y otras barbaridades similares. Y he llegado al a conclusión de que las dos teorías, la del Evolucionismo y la del Creacionismo, son mentira. Y, a la vez, son verdad, miren ustedes qué cosa:

Imaginemos que Dios, ese ser que todas las religiones suponen tan distante y que yo siento más cercano que el mejor de los amigos, un día estaba aburrido y decidió crear el mundo y a todos nosotros, y al universo mismo. Creó el Cielo, la Tierra y todas las cosas, como dice el Génesis, primer libro de La Sagrada Biblia. Luego cogió barro de una charca e hizo una estatua, y soplando le dio vida. Y lo llamó hombre. Pues muy bien, ya estamos nosotros en la historia. Y a mucha honra, yo añadiría. Pero ahora voy yo y le pregunto a los seguidores científicos de Darwin y Wallace: ¿qué hay en una charca? Bueno, me dirán, hay agua, hay tierra, y hay microorganismos. Como la vorticella y el paramecio. Y más. Es decir, organismos unicelulares. Que se pueden ir uniendo poco a poco, y formar organismos más complejos, pluricelulares, que salen de la charca y se adaptan al medio…, y sí, claro, llegan a convertirse en humanos a través de la evolución de muchos años. O sea, que el hombre salió de la charca. Quod erat demonstrandum, que dirían Euclides y Arquímedes, entre otros muchos, hasta yo mismo ahora. Así que Dios se tomó un día de esos que duran millones de años para crear al hombre a partir de una charca, o del barro salido de una charca, si quieren ustedes los cristianos. Pero ¡eso no niega las teorías evolucionistas!

A estas dos teorías mías de que el Creacionismo y el Evolucionismo yerran y aciertan a la vez, o sea, que son verdad y mentira a la vez, según se mire, es lo que yo llamo la Teoría de Tal y Cual, y por lo tanto, en lugar de creacionista o evolucionista, yo soy talycualista, si ustedes me lo permiten.

Que ustedes talycualicen bien. Otro día les hablaré de otra pájara mental, la de la física cuántica, que parece que es la física de unos cuantos, porque a todos los que he preguntado ha soliviantado no tener nada que aclararme…

Queden ustedes con Dios, que es un amigo.

Portada: ISLAS GALÁPAGOS / DARWINS. (National Geographic).