Respuesta al Presidente del Gobierno de España

Estimado Presidente:

Usted me ha dirigido una carta mancomunadamente al resto de mis cuarenta y cinco millones de conciudadanos, y es de persona bien educada contestarle, así que me apresto a ello.

Dice usted que un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra su mujer, doña María Begoña Gómez Fernández a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios. Estoy convencido de que es inocente, y que su nombre será rehabilitado y quedará sin mácula alguna, si —como apunta usted— es inocente de todo punto. No obstante, he de decirle que dudo que Manos Limpias sea una organización derechista, pues ya en el pasado denunció a un político de derechas, don Rodrigo Rato, y que gracias a ello se le pudo enjuiciar y está aún ese señor defendiendo su buen nombre, como todo español que está sujeto a la ley tiene derecho. Igual que su señora de usted, que —al igual que cualquier otro ciudadano español— puede ser llamada a declarar para averiguar si son ciertas las acusaciones que contra ella se aleguen, estimando el juez si se le absuelve de ello o se le abre juicio en el que tendrá la oportunidad de demostrar la falsedad de las acusaciones, con lo que su nombre será automáticamente rehabilitado, como el de cualquier otro español absuelto de lo que se le acuse. Como le digo, no tengo claro que la organización Manos iimpias sea ultraderechista, pero aunque lo fuera, no podemos descalificar a nadie y eliminar su derecho a denunciar hechos que considere delictivos porque no nos guste su inclinación política. Lo dice la Constitución Española que todos —y usted también— debemos honrar. Porque negar a una persona un derecho a causa de su filiación política es discriminar, y eso está prohibido por nuestra Carta Magna, en su artículo 14, que me permito recordarle a pesar de que usted, como primero de los servidores de nuestra patria por el cargo que ostenta, bien sabe: los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Dice usted que los señores Feijoo y Abascal han denunciado el caso, el uno en la Oficina de Conflicto de Intereses, y el otro ante la opinión pública, supongo. Dice usted que es sobreactuación. Quizá lo sea…, pero ¿tienen razón, o no? Me temo que ni usted ni yo estamos cualificados para decidirlo, señor Presidente. Para eso están los jueces, que oirán a ambas partes, y dictaminarán en consecuencia, puesto que ningún español, ni usted ni yo, ni ninguna otra persona, está por encima de la ley. La ley que emana del Congreso de los Diputados, claro está, porque este país tiene vocación democrática, y todos hemos de honrar la ley, por dura que sea. Y si no lo hiciéremos, ahí están los tribunales de justicia para que nos lo demandaren.

Usted dice que sufre acoso y derribo por tierra, mar y aire por medio del ataque a su esposa. No he visto yo en los medios de información otra cosa que pedir explicaciones ante un tribunal de si ciertas actividades que ellos suponen son constitutivas de delito. Seguramente no lo sean, pero no entiendo que eso le lleve a usted a denunciar con esos adjetivos tan feos a sus oponentes políticos. Usted sabe que no son ultraderechistas, y ellos no saben si hay caso o no. Por eso se lo preguntan al juez, que es a quien nuestra constitución otorga el derecho y el deber de esclarecer si lo hay o no. De haberlo, será otro juez quien dictamine en un futuro procedimiento judicial, si es cierto que esas actividades son ilegales o no. Pero, sinceramente, no veo yo la relación entre que se pidan cuentas en un tribunal a su esposa con que se le quiera acosar a usted.

Usted afirma que representa a una opción progresista respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática. Ahí no le puedo dar la razón por varios considerandos:

1 Una organización política progresista procura el progreso del pueblo al que sirve. Después de cinco años con ustedes en el gobierno no veo yo que los españoles vivamos mejor: cada año que pasa nuestro poder adquisitivo disminuye, y los sueldos no se suben en consonancia. No, ustedes no nos han hecho progresar a los españoles.

2 España ahora debe mucho más dinero que cuando usted le ganó la Moción de Censura al anterior Presidente del Gobierno, por lo que el avance económico de nuestra patria es ficticio.

3 Su opción política es respaldada por millones de españoles, es cierto, pero no por la mayoría de nosotros. Muchos no votamos a nadie, porque sabemos que este régimen político que usted preside no es una democracia formal ni real, pero aún los que lo hacen, no le votan a usted por mayoría, dado que no ha sacado usted la mayoría absoluta en ninguna de las elecciones a las que ha concurrido, en mi entender. Usted es presidente porque le han votado la mayoría de los diputados, que tampoco representan al pueblo español, porque a ninguno de nosotros se nos pidió parecer para confeccionar las listas de candidatos que ustedes, los líderes políticos, hacen por motivos que nunca nos han explicado a los electores. Nosotros votamos listas, pero no elegimos candidatos. Por lo tanto no hay democracia en España. Pero aún en lo que hay, la mayoría no ha votado a la opción política que usted encabeza, sino a un mosaico de partidos que se han unido bajo su presidencia a cambio de favores políticos. Y eso a mí no me gusta, señor Presidente.

4 Alude usted a la justicia social. Yo sigo viendo profundas diferencias entre los estamentos sociales de nuestro país. Hay gente que entra ilegalmente y recibe subsidios, mientras que hay otras personas que han estado trabajando cuarenta años en oficios penosos, y cuando llegan a la jubilación, después de haber contribuido puntualmente a la Seguridad Social, reciben una pensión notablemente inferior que esos otros que nunca han cotizado. Eso es una afrenta y una injusticia sociales. Y usted lo sabe.

5 Cita usted la regeneración democrática. Permítame usted recordarle que una democracia no existe si no hay independencia de los tres poderes ni representatividad. El ejecutivo viene elegido por el legislativo desde 1978, y por lo tanto falta la primera condición. Los diputados no son elegidos por el pueblo, sino por el jefe de cada partido, y lo único que vota el ciudadano español es a qué lista le da el voto, por lo que falta también la segunda condición. Por lo tanto este régimen político que usted encabeza no es una democracia, así que mal se puede regenerar. Ustedes, el Gobierno de España, no son inocentes de ese estado de cosas, porque no renuncian a nombrar a los jueces de su órgano supremo. Si ustedes de verdad quisieran regenerar la democracia en España, organizarían elecciones a Cortes Constituyentes para que elaborasen una Constitución Democrática, en la que el pueblo pudiera elegir a sus representantes, de modo que cuando estos dejen de defender el interés del pueblo, este los pueda cesar de forma fulminante. No hacerlo es carecer de espíritu democrático.

6 Lo de Que te vote Chapote es necedad, cierto, pero no veo yo eso le dañe a usted. Es un eslogan más de tantos como se esgrimen en la pugna política por alcanzar el poder. Debería usted reírse en lugar de quejarse. Yo sí me quejo de que cuando usted vino en compañía del Rey a Murcia para inaugurar el AVE, no se dignase venir a saludar a los ciudadanos que nos habíamos congregado enfrente de la Estación del Carmen para saludarles. ¿Por qué no se acercaron ustedes? ¿No aprecian ustedes dos al pueblo? Sí que me quejo yo, también, de que dos policías no me dejasen entrar en la estación por motivos de seguridad. ¿Seguridad de quién? Se me privó de un derecho por el capricho de dos señores que dicen servir al pueblo del que yo formo parte. Me temo que no tiene usted excusa para semejante comportamiento.

7 En el mes de julio de 2023 usted no ganó las elecciones. Las ganó el señor Feijoo, pero al no obtener mayoría absoluta, usted se alió con otros partidos, algunos de los cuales manifiestan a diario su intención de romper la España que es de todos, para seguir al frente del país en calidad de Presidente del Gobierno. Dudo que pueda usted llevar a cabo sus políticas, si chocan con las exigencias de dichos partidos.

8 Habla usted, con razón, de que se ha traspasado la línea del respeto a la vida familiar y el ataque a la vida personal. Eso ya sucedió antes: se atacó desde la tarima del orador del Congreso de los Diputados calumniosamente al hermano de la Presidente de la Comunidad de Madrid, señora Isabel Díaz Ayuso, y recientemente desde los pasillos de dicha institución una vice presidenta del Gobierno atacó a la pareja de dicha presidente, sin que usted ni ningún otro político de su partido progresista haya alzado la voz en defensa del honor personal y de la vida familiar de la señora Díaz Ayuso. Considero que ambos, usted y doña Isabel, deberían unir fuerzas para demandar a quienes se han atrevido a atacar el sagrado vínculo familiar con acusaciones sin pruebas.

Usted me pregunta que si merece la pena todo esto. Yo le contesto con mucho gusto: si usted no está dispuesto a aguantar al frente del país porque sus oponentes políticos le atacan, hará usted muy bien en marcharse, señor Sánchez. Pero si decide quedarse, anímese y endurézcase. Es un honor compartido con muy pocas personas estar en el oficio que usted desempeña hoy en día, y no debería dejarlo ni siquiera por un día por motivos personales. Piense usted que si un modesto maestro de escuela falta a su trabajo un día sin poder llevar un certificado médico, se le descontará ese día de sus haberes, y se le hará una seria advertencia de que si se repite el hecho, se le abrirá expediente que puede llegar a costarle el puesto en la administración. Y usted debe dar ejemplo, por tratarse del primero de los españoles, al menos mientras esté usted en el cargo que ostenta.

Dice usted que está profundamente enamorado de su mujer. Yo le felicito por ello, pero, mire usted, eso no viene al caso. Lo del fango no lo veo: lo único que hay, objetivamente hablando, es que hay unos señores que han planteado una acusación ante el juez, y este ha visto que es importante investigar el asunto, por su gravedad, hasta el punto de que ha declarado secreto del sumario. Eso no suele hacerse en un juicio normal, a menos que el juez vea que el asunto no solo importa a los implicados, en lo que yo entiendo, que reconozco que no es mucho.

Afirma usted que sigue trabajando, pero cancela su agenda pública unos días. No entiendo cómo puede usted seguir trabajando si cancela su agenda pública, pero admito que no entiendo mucho de la política de este régimen que muchos llaman democracia. No lo es, por las razones que le he expuesto más arriba. Pero no es en lo medios de comunicación donde debe usted —a mi juicio— dar a conocer su decisión, sino en el Congreso de los Diputados, ya que usted entiende que esa es la sede de soberanía del pueblo español.

Y ya que usted me ha escrito para decirle lo que le preocupa, aprovecho yo para decirle lo que me preocupa a mí, señor Presidente: En España no hay democracia, ni la ha habido nunca, ni la va a haber mientras tanta gente se empeñe en decir que este régimen político es una democracia. No lo es. Mire usted: yo soy profundamente republicano, y desde hace años yo exijo públicamente que se nos pregunte qué clase de sistema político queremos los españoles. Haga usted un referéndum, pero no para ver si despieza España, sino para decidir si queremos una monarquía o una república. Yo desde aquí comunico en público que votaré por la república, aunque acataré la decisión mayoritaria de mis conciudadanos, porque España no es solo mía. Y en segundo lugar, necesitamos Cortes Constituyentes para que se elabore una Constitución Democrática, ya que sus artículos 6 y 99 impiden a la actual Carta Magna ser Constitución Democrática.

Y nada más, don Pedro. Le agradezco su carta y su pregunta, y le voy a dar un consejo de amigo: nada merece la pena de perder la paz espiritual y la tranquilidad interior. Si usted no es capaz de reírse de estos problemas que le vienen en razón de su cargo, váyase usted, Señor Sánchez. No merece la pena estar al frente de este país de desagradecidos, como ya dijo en su día su majestad don Amadeo de Saboya. Los españoles, según él, somos ingobernables, y no agradecemos nada. Así que o usted se siente suficientemente recompensado por la satisfacción del deber cumplido, o lo mejor que puede hacer es retirarse y dejarle el puesto a otra persona con la piel más dura, más sufridora, o más inasequible al desaliento. Y disfrute usted de la vida, que son dos días mal contados.

Dicho todo lo cual, queda suyo afectísimo.

 

Jesús de las Heras Jiménez

Repúblico convencido.