Votemos, votemos, para que luego nos quejemos

Jesús de las Heras | Opinión | Política | El día 9 de junio estamos llamados por los partidos interesados a votar lo que ellos nos presenten, sin que hayan tenido la decencia de consultarnos a la hora de elaborar sus listas, que sean cerradas o abiertas son totalmente antidemocráticas por definición. Si algún partido fuera democrático de verdad, nos llamaría a la hora de elaborarlas, y nos permitiría votar quién va y quién no va en las listas y en qué orden sin exigirnos que nos afiliemos al partido. Pero no lo hacen. La exigencia de afiliarnos antes de votar al líder —si es que hacen primarias reales— viene motivada por dos cosas: por la aceptación de su ideología —para que en cuanto se demuestre nuestra desafección a ella, expulsarnos del partido— y para que le prestemos devoción canina al líder del partido. Aún recuerdo cuando, en una mesa de propaganda del PP en la Plaza de Santo Domingo, de Murcia, le pregunté a un joven militante de ese partido que por qué Aznar había designado a su sucesor y no lo había sometido a elección entre los posibles candidatos por parte del militantado de base, aquel jovenzuelo me dijo con suficiencia: Es que don José María sabe mejor que nosotros. Aquella respuesta me espantó, alejándome de dicho partido.

Pero algo después llegué a la conclusión de que eso ocurre en todos los partidos: uno llega al liderazgo y después todo gira en torno a él. Los partidos de nuestro país son todos presidencialistas: lo que decida el presidente está bien hecho. Ahora estamos al borde de la ruptura de relaciones diplomáticas con Argentina porque el presidente de ese país ha criticado a la esposa del Presidente de nuestro gobierno, y nadie protesta dentro de su partido. Por mucho menos deberían haberlo defenestrado, pero no es un partido democrático, eso lo demuestra. Ni tampoco lo es el PP. Ni ninguno otro que yo conozca. PODEMOS al principio pedía parecer a su afiliantado para elaborar las listas, pero misteriosamente siempre salían elegidos los que la directiva deseaba. ¿Nunca hubo un líder mejor que Pablo Iglesias antes de que este dimitiera? No me lo creo. Tampoco me creo que haya otro mejor que el actual en el PSOE o en el PP. Bueno, en este último si hay al menos dos que le dan sopas con honda al señor Feijoo: Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Ambas tiran con bala, ejerciendo la oposición de verdad. La segunda fue silenciada por Pablo Casado, a mi juicio por mediocridad propia, y la primera me da la impresión de que es tolerada por la directiva actual, pues no pueden relegar a quien gana las elecciones por goleada, pero no parece que le hagan mucho caso.

Y de nuevo el día 9 nos van a pedir que votemos, y que gane el mejor. Lo malo es que el mejor no es bueno. Porque un buen partido es el que es democrático. El que nos llama para que votemos en sus primarias. Y que cuando gane con mayoría absoluta —y tanto el PP como el PSOE lo han hecho varias veces— convocan elecciones a Cortes Constituyentes, para que la constitución que salga de ellas sí sea una constitución democrática, y no esta, que fue simplemente otorgada a los españoles graciosamente por gente que carecía de legitimidad democrática para hacerlo: ni a los políticos franquistas de entonces, ni a los que hasta ese momento habían estado en la clandestinidad el pueblo jamás les otorgó el derecho a representarlo en modo alguno. Por lo tanto aquel comité constituyente usurpó funciones, y despojó a la actual constitución de legitimidad alguna.

Y lo curioso es que los partidos políticos que padecemos tampoco parecen tomársela en serio, pues la violan cada vez que les conviene. Por ejemplo, cuando echan o hacen que abandone el partido el diputado díscolo que quiera votar por su cuenta. Y eso está prohibido en la constitución de modo expreso. Pero les da igual. Al fin y al cabo, como dijo el Presidente una vez, ¿La fiscalía de quién depende? Pues eso…

Ante tamaña desvergüenza, estos que se arrogan ser nuestros representantes sin permiso del pueblo se permiten el lujo de coaccionarnos sentimental y emocionalmente, cada uno para que no gane el partido contrario, que por lo visto es el origen y apoteosis de la corrupción. Pero no te engañes, votante potencial: los dos son corruptos. Todos los partidos concurrentes a estas elecciones —y a las demás que ha habido desde los años 40— son corruptos por definición, puesto que no te dejan participar en la elección de candidatos, sino en la votación de las listas que cada uno elabora por medio de criterios que nunca confiesan de modo fehaciente, pero que podemos imaginar: por afección a su ideología, pero sobre todo a su líder. Al fin y al cabo su trabajo le ha costado llegar a adueñarse del partido para ahora compartir con los de abajo las decisiones importantes. Pues bien: solo nos queda una salida digna: que se voten ellos.

Es como ir a un partido de fútbol: por mucho que se diga hemos ganado o nos han ganado, los espectadores no jugaron. Solo jugaron los once jugadores de cada equipo. ¿Les parecería a ustedes serio que los espectadores votasen quién ha de ganar el partido de fútbol? En realidad ganará el que meta más goles, el que consiga el objetivo para el que se han reunido los jugadores y los espectadores. No olvidemos que la palabra gol es la españolización de la inglesa goal, que significa objetivo. El objetivo es meter la pelota dentro de la portería contraria. ¿Y cuál es el objetivo del gobierno?

Por ignorantes que seamos en lo político, hemos de comprender que el objetivo de todo gobierno es resolver los problemas que tenga el pueblo. Pero si hacemos memoria, ¿Qué problemas nos han resuelto los gobiernos que hemos tenido desde 1978? Que yo recuerde, ninguno. En lugar de destruir la banda terrorista ETA, el gobierno de Zapatero se le rindió, y por eso ahora están no solo en el parlamento, sino que le dicen al Gobierno de ahora lo que tiene que hacer, si quiere seguir figurando como tal. ¿Tiene el pueblo algún modo de decirle al Gobierno lo que tiene que hacer? ¿Podemos hacerle dimitir por no cumplir con su programa electoral?

Pero sí que hay algo que podemos hacer: no votarle. Y no votar al gobierno supone no votar a ninguno de los partidos que se presentan. Podrán decir ustedes que votan VOX, y no al PSOE. Por desgracia, la ley de Hont dice que los votos que no son suficientes para que un partido obtenga un escaño han de sumarse de modo proporcional al resultado de los partidos que sí los obtengan. Por lo tanto, el voto que usted otorgó a VOX puede acabar siendo del PSOE o vice versa. La ley esta tan perversa puede hacer que usted vote a quien no quiere. Si se desestimaran los votos que no dieron escaño a nadie, eso no pasaría. Pero esta gente se cree demócrata porque hace que cada voto cuente. Y eso es un disparate.

Podrán ustedes decir que no se trata del Gobierno, sino de votar a diputados para el Congreso Europeo. Bueno, no hay que ser ingenuo: ¿quién dispone quiénes figuran en las listas de esas elecciones? Ahí está la mano de nuestros dirigentes políticos, los  que no nos hacen caso, los que negligen la sanidad, la educación y las carreteras españolas. Los que no acaban con nuestros problemas, sino con los suyos.

Un sistema político existe cuando el poder va de abajo hacia arriba. Cuando el poder viene desde arriba hacia abajo no es un sistema político, sino un régimen. Como el de Franco. Es una dictadura de partidos en lugar de una dictadura de militares. Sí, es cierto que a nadie han fusilado, al menos hasta ahora. Pero ya lo dijo Lord Tennyson, y estos políticos se aprestan a demostrarlo desde hace más de 40 años: El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. A menos que haya contrapoderes que los controlen. Como la prensa. Como los jueces. Como el legislativo al ejecutivo y viceversa, si fueran independientes el uno del otro. Pero ninguno de los cuatro es independiente. El arma que utiliza el Gobierno para controlar a la prensa es la publicidad institucional. O sea, que juegan con el dinero que es de todos. Ahora mismo estamos todos sujetos a una campaña de Hacienda que nos cobra unos impuestos excesivos, con el cuento de que se los ha subido a los ricos. Pero por lo visto todos somos ricos para ellos. Usted, lector, ¿este año pagará menos que el año pasado, o más? Porque es dudoso que le hayan subido el sueldo… Nos han subido el IVA y también el IRPF. El partido que iba a cuidar de nosotros mejor que la derecha. Pero cuando esa derecha estuvo en el poder nos bajó el salario.

Así que no desestime usted la única arma que tiene a su alcance: niégueles el voto. A todos. Cuando nos cuiden, ya los cuidaremos nosotros a ellos. Mientras, por dignidad, por autoestima, y por honestidad con nosotros mismo, no votemos. Así siempre podrá decir que los disparates que se cometen han sido sin su voto. Y podremos quejarnos con autoridad, porque nunca les aupamos a donde lleguen. Los que han votado sí lo hicieron.