EUTANASIA, TESTIGO DE CARGO – Cano Vera

  • REFLEXIÓN EN EL RECUERDO

José Juan Cano Vera | Lo sé, sé como duele, como el sufrimiento imparable no tiene límites. Lo sé no de oídas o porque lo he leído o porque me han comentado. Tengo una experiencia muy dura, durísima,, incalificable. Sabemos que vamos a morir, lo asumo, pero lo que importa es cómo, porqué ese dios oculto nos castiga con una final sin piedad, miles de millones de seres humanos. Primero fue una hija, leucemia incurable, cuarenta años, sufriendo, lo indecible, ni morfina, ni marihuana milagrosa, se fue sufriendo, consciente en un hospital murciano. Luego la madre aquejada de una policitemia vera, de infierno, en puros huesos, rabiando, en un hospital andaluz. Hace veinte meses mi esposa, un cabrón  tumor cerebral de cuarto grado, tres operaciones, quimio a tope, morfina aplicada en una medicina paliativa sin resultados, últimos seis meses en coma, sangraba, se fue una madrugada de horror y blasfemias de desesperados etc etc etc.-, en casa, el hospital regional nos parecía una hoguera, nos quemaba el alma. Claro, no era posible una eutanasia, la hubiéramos firmado todos, todos, hijos, padres, hermanos, nietos. Un castigo divino inexplicable, no entiendo a los que en nombre de Dios se niegan a un acto de amor. Muy duro. Muy duro. (Ignoro cuando me tocará el turno. El médico me ha recomendado el bastón, a mi edad, 84 primaveras, demasiado joven. Lo tengo claro, si tengo que elegir un final inteligente, entre el Señor o el doctor de Las Torres de Cotillas, me inclino por Joaquín, el señor alcalde). Cabe una gota sarcasmo.

Escribe el colega ANTONIO LUCAS un sentido artículo que voy a colgar en mi despacho con otros de maestros del periodismo y la literatura: «EN LA HUMANIDAD DE LA NORMA ESTÁ EL RESPETO A LA DECISION DE QUIEN PIDE QUE LE SEA APLICADA LA EUTANASIA. EL CRIMEN ES PROLONGAR LA AGONÍA DE QUIEN NO QUIERE PADECER».

El tramo final de numerosas enfermedades incurables está lleno de indignidad. No hay dios que pueda quedarse sufriendo horrores. Y si ese dios existe no merece la pena llamarlo como ÉL y sus adoradores quieren. Hay un principio de vida que no lo puede borrar las religiones, ni un fanatismo, ni cualquier circunstancia exaltada.

Cuentan que cuando KAFKA moría entre dolores, pidió entre sollozos morir, el médico amigo se demoraba, y el monstruo de la literatura le espetó : «Mátame, de otro modo cometerías un crimen, Fred» Pues ya está, no juguemos con la muerte cuando puede ser un tortura infinita salvaje.

EPÍLOGO.- Hay vida, es la otra cara que te alegra, ves en la tele de pago un cine de calidad, no telediarios que te castigan y te silencian o te muerden. Me refiero a la serie de EL CID, que protagoniza el actor murciano JAIME LORENTE,  interpretando perfectamente la figura legendaria del CID CAMPEADOR. Me gustó el primer capítulo pero especialmente porque ya es hora de que nuestro cine recuerde el pasado de un gran país hoy en sus horas más bajas. Podemos poner en pantalla cientos de hombres y mujeres de talla universal, no los enanos de la vida política de hoy, que seguramente renegaran de este esfuerzo de reivindicar más de mil años de historia.

No seríamos justos si no recordamos el hermoso libro de nuestro cartagenero ARTURO PÉREZ-REVERTE  publicado hace un año titulado SIDI, una bella obra por su carga literaria y su contenido, una obra que sigue entusiasmando  desde la sequedad del desierto español.

  • Gracias, a los dos grandes murcianos.