NI LA FEDERACIÓN DE ASOCIACIACIONES DE VECINOS DE CARTHAGENA

Juan Eladio Palmis | Opinión | Cartagena | Estar afincado en la apostólica Carthagena, cada día es más difícil, y si en otras ciudades las instituciones sociales van a tranco lento pero funcionando, en la intrépida socialmente hablando Carthagena, una sociedad de merengue, apática, que la dejan sin tren y simplemente llora, pero les vota a los causantes. Que le tiran sin dolor millones de euros al Mar Menor. Que el cáncer es un resfriado,

y puede que el más largo etcétera de incompetencia municipal se de en una ciudad hecha hilachos, es aplaudida.

Pero su incompetencia hacia los asuntos de los vecinos, traducido en una mentira tras otra, en un triunfalismo tras otro, como todo eso tiene las “patas cortas”, hay que tapar con dinero público una ineficacia garantizada y que se puede apreciar perfectamente dándose un paseo por todo el término municipal.

Para contrarrestar toda esa ineficacia, de aquellos lejanos cabildos donde se solían juntar los “cabezas de familia” que tenían un gran poder local, corriendo el año de 1.893 se constituyen los ayuntamientos para frenar la creciente fuerza social que significa los cabildos frente a los abusos locales.

Gobernando el llorado para muchos dictador Francisco Franco, para frenar otra vez el abuso de los ayuntamientos que llevaba funcionando como tales no llegaba a una centuria, en 1.968, ante tantos desmanes continuados de abusos municipales, se da paso legal a que los vecinos pudieran agruparse en Asociaciones, que les permitiera discutir los temas que fueran negativos para la vida comunal de ciudades y pueblos.

Y del escalón de las Asociaciones de Vecinos, se subió un peldaño más de poder vecinal, y se constituyeron las Federaciones de las Asociaciones de Vecinos, con el claro objetivo de que el poder de los ayuntamientos y de las administraciones en general, fueran frenados democráticamente por las citadas Federaciones, que, como es natural deberían tener más poder social que una Asociación de Vecinos.

Pero llega todo eso a la pedanía de Murcia que es Carthagena, y en eso, como en tantas cosas, una ciudad que llevaba camino de convertirse en una ciudad con todos sus racimos florecientes y sanos, le ataca el pulgón murciano y comienza un proceso que racimo por racimo, ante una apatía total carthaginesa, grano a grano todos los racimos el que no está podrido está en esa fase.

La Federación de Asociaciones de Vecinos, a la cual he acudido en dos ocasiones y en las dos ocasiones salí como salen los gatos por la gatera corriendo, hace tiempo que solamente conserva el letrero de la puerta, en cierta manera despistando a todo aquel que crea que en Carthagena funciona tal Federación Vecinal, supuesto que alineada con el ayuntamiento de Carthagena, ni el ayuntamiento ni la Federación existen para los vecinos carthagineses que no se sabe si su apatía está generada por la mala gestión de ambas entidades, o son ,vista lo visto, los vecinos que no se siente representados, aunque el voto cautivo vaya en aumento y tirar piedras para arriba para escalabrar mejor, en una novedosa actividad.

Está claro que el ayuntamiento simplemente con el voto cautivo y un miajica de la gran cultura política carthaginesa, se va a mantener hasta el final que la fagocite enterica Murcia; pero la Federación de Asociaciones de Vecinos si hay que cambiarle hasta la yerba, se le puede cambiar, y, en caso contrario, democráticamente constituir otra que no esté vinculada con su “enemigo” social que es el ayuntamiento, y que no coma de su mano.

Porque años y años no puede estar una ciudad esquinada como Carthagena sin tren. Ni puede estar ya más de veinte años teniendo y sabiendo que hay unos terrenos contaminados pegados a su caserío que generan cáncer. Ni saber que se han invertido millones en no solucionar absolutamente nada del Mar Menor. Y una serie más que completa de ineficacias que llenarían un manual de como no se deben hacer las cosas.

El amigo Pencho y un servidor nos quedamos de piedra cuando hace más de cinco años (creo recordar que ha pasado ese tiempo) vimos en una dependencia murciana un letrero que decía algo así como Sociedad para el tren de alta velocidad de Cartagena, con sus empleados y todo.

Salud y Felicidad sin otan. Juan Eladio Palmis.

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