Milagros Heredero | Relato
Paseaban por las límpidas y cuidadas calles de Alcalá de Henares. Marco Antonio y Cleopatra habían decidido aquel domingo premiarse con un atento recorrido por la ciudad de Cervantes. Amaban al Quijote y también a Sancho Panza.
– Pues a mí, aparte de las almendras garrapiñadas, lo que más me emociona es el amor y el orgullo que sienten los alcalaínos por Alcalá- exclamó de pronto Cleopatra.
Marco Antonio suspiró con delicadeza antes de maullar con suavidad.
– Como se nota Cleo que te suspendieron en Historia…
La gatita dorada se sintió “picada” y después de un difícil silencio silabeó con cierta tierna maldad:
– Claro: y a ti te dieron matrícula de honor y estudiaste sin pagar un céntimo. ¡Es que eres muy listo, Marco!… Pues, anda, ilústrame:
Con una pizca de rubor felino y machil y mucha satisfacción Marco Antonio atusó sus bigotes y comenzó:
-La joya más preciada de Alcalá de Henares es su Universidad, ¿la ves?
Estaban frente a su plateresca fachada. Cleopatra la contemplaba con sincero interés aunque ella gatunamente no era excesivamente sensible al Arte y menos aún a la arquitectura en cuyas piedras lo que más veía era el trabajo esforzado de los que piedra tras piedra habían dejado allí su sudor y su vida. Así era de sensible nuestra gatita. Y un poco “socialistorra”.
-¡La complutense! – continuó Marco Antonio henchido de amor y admiración, él sí que era un sincero apasionado del Arte y de la Historia, casi un erudito.
– Fue creada por el cardenal Cisneros en 1499 y aquí estudiaron Cervantes, Quevedo, Lope de Vega… ¡Nada menos!…¿No te emociona?-
-¡Miau! ¡remiau! ¡Ya lo creo! – afirmó Cleopatra remirandolo todo para quedar bien.
¡Cervantes! ¡Nada menos!… Aquel que fue “ el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma”…
-Y fue la primera universidad europea… ¡ahí es nada! – continuó el sabihondo felino- Todo el oro del siglo está encerrado aquí.
-Ya lo creo – remaulló la dama no convencida del todo. Cleopatra era proclive a poner en cuarentena toda clase de enseñanzas aunque fuesen de oro. Era una gata agnóstica por naturaleza.

Con mucho tacto tiró suavemente de la pata de su admirado Marco Antonio y lo apartó mientras señalaba:
-¿Sabes?, dijo Cleo, ¡También nació aquí don Manuel Azaña! fíjate que dos alcalaínos Cervantes y Azaña.
-¡Miau, remiau ! – respondió Marco Antonio – ¡Vaya par!- y miró a su gatita sorprendido pero orgulloso.
Continuaron su recorrido sin perderse detalle. Iban muy felices olisqueando por aquí y por allá el carácter nuevo y moderno de una ciudad tan antigua y acendrada. Declarada bien cultural mundial y patrimonio de la humanidad.
Llegaron frente al parador.
-Mira, Cleo: el parador. Nada menos: es el heredero de la Hostería del Estudiante que se remonta… ¡Yo que sé a cuantos años!
En la entrada, se encontraba con su acogedora sonrisa habitual don Pedro Soria, su director. Él divisó a los gatitos e hizo un amable gesto con la mano como para invitarlos a entrar pero Cleopatra se ruborizó y presionó el brazo de Marco Antonio murmurando por lo bajo:
– Miau, miaú…no, por favor… esto es para turistas y literatos… y nosotros, de momento, sólo somos gatitos…. hasta que quiera el mago Merlín… Pero ¡ya volveremos!
Milagros Heredero
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